marzo 23, 2007

Milongas I


Las milongas se desarrollan en innumerables lugares, la gran mayoría dentro de la capital federal y prácticamente durante todos los días de la semana, en ellas no se celebra nada en especial, o por lo menos nada de forma explícita. Lo que me llevó a concurrir a estos encuentros fue un viejo mito que circula en estos ambientes que vale la pena investigar.
La milonga caída en suerte por día y horario disponible en mi agenda se realiza en un primer piso, sobre una antigua confitería del centro. Desde el umbral de la confitería se comienza a percibir la música que baja desde el piso superior. Estas melodías liminares nos sumergen en un ascenso sobre una escalera de mármol que se acerca peligrosamente a un viaje al pasado. Escalón a escalón la música aumenta, bandoneones y violines nos van develando todas sus aptitudes sentimentales auspiciando acertadamente la entrada al salón.
Mesas correctamente cubiertas con manteles rodean la pista de baile, un pequeño escenario vacío extraña alguna orquesta, la pista está llena en contraposición con las mesas vacías y en medio de este marco es que me ubico a recompilar, en una de las mesas mas apartadas, todos los relatos en uno solo:

Se dice que entre las concurrentes de las milongas porteñas hay una mujer con la que compartir la pista de baile lo condena a uno para siempre, en su baile se esconde la fatalidad y sus brazos rodean una cruel incógnita.
Se sabe muy poco de su apariencia, hay quienes dicen se trata de una morocha de unos treintilargos muy bien llevados, otros dicen es una jovencita de pelo castaño de no más de veintisiete, y hasta hay quienes dicen es una rubia de aspecto angelical, pero a pesar de estos disentimientos, todos coinciden en que es eternamente joven y tan vieja como el tango, y lo cierto es que nadie puede decir con certeza cómo es su aspecto ya que quien baile con ella no sólo se enamora para siempre, sino que también la olvida en el instante en que el abrazo de los bailarines se disuelve.
Es por eso que miles de caballeros circulan las pistas de baile con la nostalgia de un amor sin rostro que duró los escasos minutos de un tango y que no pueden olvidar.
Aquellos condenados no tienen más que recorrer noche tras noche las distintas milongas en busca de un recuerdo ayuno de impresiones concretas y cargado de infinitas sospechas. Así, cada vez que estos hombres de alma errante invitan a la pista a alguna mujer la esperanza de encontrar aquella que los hechizó tiempo atrás nace con cada introducción para morir en las primeras figuras del baile, o tal vez, si es que hay suerte, las casuales compañeras podrán leer esta esperanza en la cadencia de los pasos y con un acertado acompañamiento pueden incrementar en los hombres la esperanza de creer que la mujer que tienen en sus brazos es aquella que tanto añoran. Pero será una esperanza que no podrá hacerse efectiva, ya que se sabe, la misteriosa mujer jamás vuelve a bailar con un condenado.
El mito dice que esta mujer, mezcla de ángel y súcubo, busca el alma de un hombre que sea capaz de contener la suya. Ese hombre hasta el día de hoy no la ha encontrado, tal vez no ha nacido, o peor aún, es posible que la haya cabeceado tiempo atrás sin obtener respuesta.
La mujer, incansable en su búsqueda, sigue compartiendo la pista condenando a todo aquel que la invite y el número de condenados se sigue incrementado, llegará el día en el que no haya en toda la capital un hombre a salvo, todas las pistas serán decoradas con pasos en los que se vislumbra el alma y donde seguramente todas las mujeres sean aquella que condena.

Está terminando el último tango de la tanda, lanzo una mirada hacia la pista, entre los bailarines se pueden ver algunas mujeres bailar con los ojos cerrados, otras con la mirada perdida, todas acompañadas ya no por un hombre sino por un recuerdo, por una esperanza, por un anhelo.
Está por empezar otra tanda de tangos, me levanto a probar suerte, tal vez esta noche la encuentre.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

MUY MUY GROSAAA. Sin duda veo una diferencia abismal entre este ensayo y los anteriores. Posta!, muy muy Bien escrita, empieza y cierra bien, y no hay nada de mas!.
Supongo que Rayuela debe ser tener una mínima influencia =P. Influye no solo en la manera de escribir, sino también que es una novela que te puede llevar a un estado de bohemia tal, de reemplantearte varias cosas de la vida =P
Esperamos la próxima =)

Anónimo dijo...

Me encantó! Sería una muy buena explicación para lo que se ve en las milongas. Eso si yo le veo más un aire a Dolina.
Saludos.

Suaznabar dijo...

Yo me pregunto.. No creo que nunca me lo respondas... pero cual es ese estado de bohemia tal, de reemplantarte varias cosas de la vida? ... ¿Sos Bohemio?
O sea... ¿Sos de Atlanta? ... ¿Sos Checo? ... Te reemplanteas donde naciste y ahora pensas que naciste en Brno; digo...

g. dijo...

Nunca lo dije, pero este texto es maravilloso.

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