julio 12, 2006

Triste Fiesta


La celebración comenzó pasada la medianoche, cuando las puertas del establecimiento se cerraron para todos aquellos que no perteneciesen al selecto grupo de amigos del anfitrión. El inicio se dio de forma lenta y tranquila, la pista se fue poblando por pequeños grupos de no más de 6 personas, las pocas mesas que había ya estaban ocupadas al momento de mi arribo. Poco a poco el lugar se fue llenando de hombres y mujeres que se notaba eran amigos de hacia largo tiempo (digamos un mínimo de 7 años y medio), los saludos entre ellos eran de largos abrazos, acompañados por un frote final de palmas en los omóplatos y miradas sonrientes.

Pasada la primer hora de este encuentro casi fraternal, el comportamiento de los presentes me llamó la atención de inmediato, sobresaltos de euforia nacían y morían en pocos minutos, cada grupito en diferentes instantes y de distinta duración; éstos se intercalaban con intervalos, entre estallido y estallido eufórico, con momentos de calma llenos de miradas tímidas y tristes, todo el grupo experimentaba este cruzar de miradas unos segundos para luego cambiar rápidamente a la euforia y de ahí a la tristeza, y luego a la euforia e inmediatamente después a la tristeza, en un circulo ciclotímicamente infinito, y esto era sólo el comienzo. Pasadas las dos de la madrugada se acerca uno de los invitados (me pareció raro yo no lo conocía pero me hablaba como si fuéramos viejos amigos ) al verme sin copa alguna en la mano me aconseja tomar algo con las siguientes palabras “Empezá a tomar, mirá que a las 3 esto se convierte en un confesionario donde sólo existen dos tipos de tipos (el sujeto no estaba lucido del todo): o estás en pedo y te descargás, o estás bien y tenés que consolar a todos los borrachos...y como verás (me muestra una copa de una bebida blanca) yo elegí ponerme en pedo”.

Dadas la tres de la madrugada, almas errantes llenas de dolor se arrastran por los rincones en busca de un hombro donde apoyarse; nadando en malos recuerdos, hordas de melancólicos borrachos se acercan a aquellos que gozan de poco alcohol en la sangre. Personas que se toman la cara y piden, entre lágrimas, disculpas sobre hechos pasados y arrinconan viejas decepciones. La pista se llena de bailes de manos alzadas, cabezas gachas y lágrimas en los pieses. Me acerco un poco con temor a uno que parecía estar aún en sus cabales, lo miro en señal de “¿Qué carajo pasa? ” él se acerca a darme una explicación cuando una ebria se interpone en nuestro camino y nos envuelve con sus brazos junto a un grito donde sus palabras no se correspondían con la entonación “¡Qué pasa chicos!“ al ver esto el flaco al otro lado de ese triste monigote se despide de toda cordura vaciando dentro de sí una botella de Fernet (sí, sola, sin coca).

Empecé a buscar la puerta, en el camino se me colgaron varias personas, dos comentaron que ya no soportan vivir sin sus novias, cinco me confesaron que odian sus vidas, cuatro de haber pensado alguna vez matar a su madre y dos dijeron que sentían algún aprecio hacia mi persona (para ser mas precisos transcribo sus palabras: “Pero... de en serio boludo, yo a vos te quiero” )

Sin duda una de las fiestas más tristes de la historia.

2 comentarios:

Juan Jose dijo...

Estaría bueno que todas las fiestas sean de este estilo, donde todos ahoguemos nuestras penas en alcohol para en una hora determinada vomitarlas en un gran abraso lleno de lagrimas y dolor...
En verdad no se si estaría bueno, pero es lo que algunas veces necesitamos para juntar fuerzas y seguir...

Crítico N° 625 dijo...

Sí señor, estaría bueno y tal vez empecemos a organizar este tipo de fiestas...se me ocurre una organización del estilo de los asaltos, las mujeres comida, los hombres la bebida y todos grandes penas para compartir.

Add to Technorati Favorites Unión de Bloggers Hispanos    BlogESfera Directorio de Blogs Hispanos - Agrega tu Blog  Blogarama - The Blog Directory  Blog Flux Directory  Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.